11 febrero 2017

LARGA VIDA A MARÍA JESÚS RUIZ

Once meses de letargo, y con un léxico disperso, intento asomar la patita cual Pantoja que se ata la coleta sin los barrotes de fondo. Me enfrento al folio en blanco con inquietud, infurelax mediante, y un día de perros ahí afuera. Un sábado cualquiera de febrero, que, sin planearlo, coincide con la vuelta a escena de la misma tonadillera, y a punto de soplar las mismas velas que su pequeño del alma, la edad de Cristo y la de Paquirrín. Me consuela que uno aún no sufre ataques de gota ni ha perdido el tupé por el camino. Ni el docu-reality costumbrista de mis adoradas Campos, ni la guerra fría e interminable que protagonizan Esteban/Sanchís me han suscitado ningún tipo de impacto para volver a esta corrala que tantas alegrías me ha dado. Ni siquiera el enésimo resucitar de esa señora que adora su vida, y lo mismo la largan por la puerta de atrás de una Embajada, que una cadena de televisión reclama sus servicios, in extremis, para aupar un concurso a la baja donde viejas glorias que un día fueron chicas Hermida, traen al mundo a bebés reborn, con contracciones y todo, con el único fin de que alguna cúpula les devuelva el relumbrón de antaño y las marcas de detergente se las rifen como en los ochenta. Digo toda esta sarta de gilipolleces, porque la idea de sentarme a vaciar reflexiones viene rondando en mi cabeza desde esta madrugada, cuando la mayor adepta de la Virgen de la Cabeza, léase Mariajezú Ruiz, paralizó a todo un país con su desgarrador testimonio. Cuánto hay que agradecerle a la de Andújar desde que un día la coronaron como la más bella del reino y espetó a voz en grito: "¡Señores, soy la mujer más feliz de todo Marina D´Or!". Lástima que su prometedora carrera de maniquí se haya muerto esa misma noche en la ciudad de vacaciones, cuando su antecesora (y ami de la casa) Evita González, le declarase la guerra al verse obligada por la Ruiz a desmantelar el piso tutelado por la organización de Miss España. Llegó pisando tan fuerte la maestra Mariajezú, que meses después su ambición por el foco la llevaba a pernoctar en una granja de famosos que conducía Terelu en la era del pim pam pum. Fresca y desenfadada (argumenta ella misma), la modeluqui protagonizaba las escenas más cachondas de toda la historia de Atresmedia. Con la madre que la parió en plató a base de ansiolíticos y la Campos enseñando cacha, Mariajezú y Dani Dj. (conocido por su romance con la de San Blas), se desfogaban en una piscina a la luz de la luna y que quedará en la retina de todo hijo de vecino por aquellos finales que soltaba miss Ruiz con voz de Cantudo: "¡Qué agustico me he quedao, hijo mío!". El final feliz de aquellas noches de pajar significó también el final de una carrera que ni siquiera había llegado a comenzar. O sí. Mucho se ha hablado a partir de entonces de aquella chica de Andújar que un día participó en Miss Universo. Un desenlace muy negro con el Dj. y una sombra demasiado alargada en su currículum, que ella intentó emperifollar sin éxito arrimándose al típico señor mayor, con supuesta fortuna y renombre en la jet más rancia que pulula por las casetas del Rocío. Mariajezú y Gil Silgado pasearon su amor en calesa como si no hubiera un mañana y con la cabeza alta. Emularon a los Cachulis y pusieron dientes dientes a todos los que les lanzaban piedras desde los platós de televisión, pero hubo un día en que el cortijo se vino abajo y los trajes de flamenca se empeñaban por eBay a precio de saldo. Huyeron como dos prófugos enamorados a Panamá, de Panamá a Santo Domingo, y la Justicia terminó separando a los tortolitos. Una al pueblo y el otro a chirona. La historia de amor de la miss de chichinabo y el galán poco agraciado se rompió en pedacitos al mismo tiempo que la finca pasaba a mejor vida y quedaba devastada. Hecha trizas, la modelo guardó silencio, dio un paso atrás y se refugió en su familia y su hija (la que comparte con Gil Silgado). Acusaciones de un lado y de otro, temas muy feos y una orden de alejamiento después, Mariajezú resurge de sus cenizas y vuelve a ese plató desde el que le hicieron aquelarres tarde sí, tarde también, "en busca de honra" dice la pobrecita vestida de alivio. Y alivio encontró, de momento, ya que la Virgen de la Cabeza y la propia Conchita la poligrafista estuvieron de su lado a lo largo de su gran noche. El discurso era tan naíf y tan de vergüencilla ajena, que al espectador le resultó maravilloso. Mariajezú interpretó el mejor papel de su vida y España entera se fue a la cama con el corazón en un puño. "Jamás volveré a hablar de esto, quiero ser feliz con el bebé que llevo en mi entraña y pasar página" sentenciaba ella con el rimmel corrido y el público en silencio. Y así es la nueva Mariajezú, la que quiere montar un puestecito en la plaza, compartir su vida con un empresario que aporta seis hijos a la historia, y por el que dicen, Mariajezú ha ido a buscar "honra". A mí me ha conquistado. Y por ella he vuelto. Larga vida, miss Ruiz. Y que la Virgen de la Cabeza te siga acompañando.