“La felicidad es
separarse y no tener miedo de no volver a verse”. Así arranca el último libro que me
hace trasnochar y así me enfrento de nuevo a la hoja en blanco tras el parón,
sin miedo a volver a veros y convencido de que la felicidad va y viene para no
hacernos dependientes de ella. En este tiempo he reordenado bártulos y
sentimientos cual mi estimada Terelu pero sin cofias a mi merced; he aparcado
la capital sin salir trasquilado y con una sonrisa. He vuelto en calidad de
turista y la he disfrutado como nunca, con la perspectiva que te da el estar de
paso, redescubrir lugares y personas. He almorzado con D. en un sitio único
(ella sólo me lleva a sitios únicos), y me he marcado un par de correrías
nocturnas con E., S. y cía. A una hora indeterminada de una de esas noches, me
topé con la duquesita entregada al cortejo a la luz de la luna. El maromo era
anónimo, al menos para mí, pero apuntaba maneras de convertirse en el próximo
progre que haga la entrada triunfal en palacio. Palacio, que por otra parte,
anda revuelto desde que la gran Cayetana no lidia entre unos y otros. El nuevo
duque de Alba ha tomado las riendas del patrimonio y ha reorganizado el
organigrama familiar, dejando a algunos hermanos, sobrinos y parientes (según
algunas voces de vecindona) con lo puesto en las aceras de la calle Princesa. “Hay sitio para todos”, le soltaba una
inocente reportera a pie de semáforo; “No,
no lo hay, no se crea”, respondía el noble sin despeinarse. Prueba
inequívoca de que no son buenos tiempos para nadie, excepto si te llamas
Alfonso y un día no muy lejano ejerciste de funcionario con ínfulas de señorito
andaluz. Cambiando de tercio, en este tiempo no hemos tenido oportunidad de
debatir en mesa camilla (a lo Encarna) la clausura de la casa de Guadalix y el
empalme con la aventura hondureña. De lo primero he de decir que me mantengo en
mis trece, aunque me mandéis a la hoguera sin piedad. La Esteban se merecía el podium,
y su pueblo así lo ha decidido. Cosas de la vida, a la salida no todo lo que la
esperaba era tan rosa como su camiseta de cada gala (Andrea, te quiero). Sus
compañeros se habían cebado con su persona/personaje catapultándola una vez más
como juguete roto del medio, ese
término tan manido y rancio que los adversarios utilizan cuando se quieren
autoconvencer de que la princesa está tocada y hundida, que diría Víctor
Sandoval (¡Nacho Polo, Nacho Polo!). El Míguel
tampoco había estado a la altura en su papel de Rodríguez, y en lugar de guardar ausencia en el adosado de
Paracuellos, se habría estado desfogando con enfermeras, doctoras, camareras y
las que están por entrar en escena. Un nuevo mazazo para Belén, que sirvió como
cebo para su enésima reaparición y que hizo las delicias de la audiencia tras
casi tres horas intensivas de sofá con la estrella que nunca termina de
apagarse, les pese a muchos. La otra princesa también ha sido noticia. Ah no,
perdón, que ya no es princesa, sino Reina, qué lapsus más tonto (prometo que ha
sido real). No ha generado titulares importantes más allá de ocupar portadas
por su nuevo look. Letizia, o Doña Letizia, como prefiráis, optó por deshacerse
de su media melena y presentarse en unos premios organizados por una revista de
mujeres, con un corte bob que dio la vuelta al mundo. Su país se volvía a
dividir y había opiniones para todos los gustos. Muchos vieron una intención
mucho más allá de un cambio capilar; Letizia enterraba a la princesa y daba paso
a la Reina que ansiaba ser, y que ya era. Volviendo a mi visita exprés a
Madrid, aproveché para conocer de primera mano las propuestas de Mango para el
próximo Otoño/Invierno. En una primera planta con vistas al barrio de Chueca,
varias estilistas de la firma nos mostraron las colecciones de mujer,
caballero, niño y Violeta, la línea que lanzó la sobrina del jefe para mujeres
como Vicky Martín Berrocal. O eso supongo al verla ejercer de imagen. Aunque si
nos ponemos así, también anuncia Nocilla, ¿no? El caso es que hay que
aprovechar las oportunidades y montarse en los trenes de la vida, porque, al
contrario que con el metro o el bus urbano, nunca sabes en cuántos minutos
pasará el siguiente. Gracias por no bajaros de esta ruta. Una vez más.
Te echaba de menos y nos has dado un repasin a la actualidad. La Terele, ya sabes que no puedo con ella, la condesita no es santo de mi devoción y la Esteban es infumable. La Leti luciendo peinado y espalda musculada, no es nada la reina. La Berrocal que aproveche que en esta vida todo es muy breve! Un besin.
ResponderEliminarhttp://www.solaanteelespejo.blogspot.com.es/
Hola Alvaro al igual que María (Sola ante el espejo) te echaba de menos, me alegra verte por aquí, de la Esteban sin comentario siempre me ha parecido penosa, a mi Letizia me gusta, creo que lo está haciendo y que es un soplo de aire fresco para la monarquía hay que renovarse como ha hecho con su melena!!!! y hablando de Violeta me parece una tienda sosísima, no sé que problema hay en hacer lo que hace Mango unos diseños muy bonitos pero como más talla y dejarse de Violetas y similares que parecen modelitos de monjitas!!!! aburridos y sosos!!!!
ResponderEliminarBesos
TE ECHADO DE MENOS, TODO ESTE TIEMPO, LALI..LALI.....ALVARO A LA HOGUERA CONMIGO TAMBIEN PORQUE OPINO COMO TU!!!
ResponderEliminarBESAZO
RUTH A.
http://www.ruthazofra.es/index.php/el-blog-de-ruth/5608
¡Qué te has ido de Madrid! ¡Me dejas muerta! Pero ¿sólo a las afueras o has vuelto al origen? Me apunto el libro y a mi me ha encantado el nuevo corte de pelo de Leti. Ese pelo me chifla para mí y para cualquiera. Belén Esteban me espanta, lo siento, pero creo que tengo suficiente con mi ordinariez. Para ver a gente en la tele prefiero que sea por su glamour y no por su falta de todo. Besotes grandes.
ResponderEliminar