CON LA MINIFALDA Y LOS ZORROS POR BANDERA

Pasando por alto el trombón y la vuelta al nórdico de tres plumas, me enchufo los éxitos de Lolita y meriendo a dos carrillos mientras repaso el revistero de la semana. Hoy estoy blando y no pienso ensañarme ni una migaja con el melodrama de Raquel Bollo, los billetes que le debe a su colega la de San Blas y el desfile televisivo de la que fue su nuera, empleada del mes y hoy tronista de los viceversos con la parentela a cuestas y sin pañuelo. Un paso previo en toda carrera meteórica que suele derivar en perder anabolizantes al tiempo que neuronas en la isla que un día reunió a personajes de primera y que ahora mangonea Jorge Javier en calzones con estampado tropical. Por allá perdidos en busca de leña y algo que echarse a la boca andan resistiendo Bibiana, la Ronalda o la sobrina non grata de los Aznar. Un despropósito de casting a precio de saldo que no termina de cumplir las expectativas de la cadena ni de los valientes que nos sentamos frente al televisor. Divididos en distintos grupos, la mayoría vaguean y las ven venir a la espera de que a la chica Almodóvar se le desprendan los hialurónicos o que Chelito García Cortés se mangue el pareo y desembarque en Honduras a amén de las primeras bajas. Entre éstas, la de la sobrina de su amiga Maribel, que ya campa a sus anchas en su loft trianero y luce moreno africano lejos de la palapa. En caso de que García-Cortés se uniese a la aventura, su poltrona de las tardes será ocupada por dos antiguas compañeras de fatigas: Benito y Campos. Si este viernes es la cuñada de la Jurado la que regresa al reino con las espadas en alto y con ganas de llenarle la nevera a las Chayos, Terelu se lo piensa y negocia su retorno entre ostras y pitillos bajos en nicotina. Su descanso voluntario ha resultado corto en el tiempo y retransmitido puntualmente por unos y otros. Con la minifalda y los zorros por bandera, la embajadora de Redupeso ha aprovechado estos meses de ausencia para reencontrarse con el gimnasio, con sus chicas de La Moraleja y con el piloto que la plantó para surfear en Hawái. Cuando en los mentideros se debatía si habían vuelto o no a las andadas, un nuevo nombre de maromo saltaba a la palestra: Mario de Pascual. El presunto sustituto de Carlos Pombo tiene cuarenta y ocho años, buena planta y un currículum que va de las finanzas al arte. Quién sabe si el tema no pasa de rollito de primavera o si la rubia termina organizando boda (tercera) por la Iglesia y envasada al vacío con sus fieles en procesión por las calles de Málaga. Ella podría y no necesitaría una década para conseguir la nulidad matrimonial como en el caso de Francisco Rivera (el torero, no el Dj.), que planea desempolvar la chistera para repetir la horterada de la que algunos aún no nos hemos repuesto, o sea, su enlace con Lourdes Montes, de profesión abogada renegada y diseñadora de su propio vestido de novia. En lo de buscar vocación anda inmersa Gloria Camila. La chica debutaba en los medios en su dieciocho cumpleaños confesándole a España su deseo de licenciarse en Administración y Dirección de Empresas (aún cursa 4º de E.S.O.). En cuestión de semanas, la hermana de Josefer habría cambiado de opinión y estaría pensando en aparcar los estudios para matricularse en una conocida escuela de interpretación. La carrera de Gloriacá empezaba con fuerza hace unos días cuando era estafada (supuestamente) por un falso representante que le habría prometido el oro y el moro en la gran pantalla. Una historia que ella denunciaba en las redes sociales y que él (el supuesto timador) ya habría puesto en manos de la justicia. Hay que ver lo que gusta un banquillo en esta familia. Casi tanto como a mí la Sarandonga.