Hoy me
reincorporo a la vida pública, que diría Juancar; lo hago relajado, con dos
kilos de más, y una inyección considerable de vitamina D. Todo para nada. Me lo
encuentro todo patas arriba: Asturias está a punto de ser intervenida, el euro
se desploma, Corinna abandona los sótanos de Zarzuela y a su amante bandido y, para colmo, Telma (que no pelma), nos hace la trece catorce y se casa en secreto sin esperar al día de San Fermín. Atrás queda una
Telma (que no pelma) enfundada en un traje salmón, pamelón cuatro por cuatro, y
muchas papeletas para ser la soltera más cotizada entre las realezas de todo el
mundo. En ese momento, yo, igual que media España, nos preguntamos por qué
Felipe elegía a Letizia, y no a Telma (que no pelma). A partir de entonces, la
hermanísima busca sin cesar su camino, abandona la alta costura (supuestamente
sin abonar su importe), adopta una estética perro flauta, se deja de peinar en un intento, quizá, de lucir rastas con los años, se
enamora, desenamora, es madre de la pequeña Amanda, y se querella con todos los
medios de comunicación habidos y por haber. La justicia no le da la razón, las
costas continúan sin pagar y, Telma (que no pelma), se transforma poco a poco
en una víctima de ella misma. Pobre Telma (lo que sigue). La hermana pequeña de
Letizia, sin embargo, acepta un trabajo hecho a medida, que presumo jamás
existiría si no llevase el apellido Ortiz. De esta forma, baja al barro y
cualquier acoso mediático está justificado, incluso para un juez, que determina
que la mismísima Rociíto ya no es personaje de interés público, pero la
debilucha Telma, muy a su pesar, sí. Ahora, y casi de la noche a la mañana,
Jaime del Burgo, hijo del presidente de Navarra, abogado, escritor, político
del PP y, según algunos, ex novio de Letizia, se convierte en su repentino
esposo, compañero de batallas, guardaespaldas, figura paterna de Amandita, y
fiel adversario de toda alcachofa que busque un titular de su señora. El enlace
es raro, raro,
raro. Lo hacen en secreto, sin invitados, con un estilismo
imposible, y con muletas. Ortiz Rocasolano ya es señora del Burgo, y ya no se
reboza sola en el lodo. Quiere empezar de cero; dejar su puesto a medida, su
casa de Pedralbes, vivir lejos de focos, polémicas, y disfrutar de
su historia de amor al lado de su particular Steve Jobs. ¿Tendrá miedo a terminar en
los juzgados por su sillón en el ayuntamiento, como Urdanga? ¿Cómo es la vida
que pretende llevar Telma lejos de su patria? ¿Cuál será su sustento? ¿Es una
damnificada más del desbarajuste de Casa Real? ¿Se afeitará la cabeza y sacará
un disco tipo el de su paisana Blanca/La Perra cuando dejó de ser nuera de la divina? El tiempo y el ¡HOLA! lo dirán. Telma es rebelde porque el mundo la hizo así, y parece ser que su adiós es definitivo. Que sean felices y coman
perdices. La esperaremos a la vuelta. Mientras tanto, siempre nos quedará Pippa.
muy bueno Álvaro...
ResponderEliminar¡¡Bienvenido Alvaro¡¡ veo que has recargado bien las pilas, porque tu post de hoy me ha encantado, veraz, irónico, divertido, ocurrente.... Es verdad que cuando se casó Letizia prometía ríos de tinta de glamour, romances y fiestas, pero todo quedó como dices en algo "raro, raro, raro..." (ahora me voy yo a "coger vitamina D, jaja, estaré out de los blogs, me pongo al dia a la vuelta)Bsss
ResponderEliminarGracias, disfruta mucho!!!
ResponderEliminarUfff, no puedo con esta familia. Pensaba que esta chica andaba buscando algo parecido al principito, pero veo que aunque no se ha casado con un fontanero, tampoco lo ha hecho con un futuro monarca. A ver si es verdad que deja el puesto del Ayuntamiento, a alguien que sí haya hecho méritos para obtenerlo.
ResponderEliminarBesos, buen día a todos.
jajajaja q bueno!! pero prefiero decirle pelma por mas q insistas. Yo no la echare nada de menos,pero eso si,q sea feliz....lejos.
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