XABI Y NAGORE, ASCENSO AL FIRMAMENTO

Alonso Martínez, Madrid. Apuro el café bajo los últimos rayos de sol y con la plaza infestada de basura. Ajenos al caos, pasean a escasos centímetros Xabi Alonso y Nagore Aramburu, dos jóvenes guapos, ricos y famosos que no se rinden al envanecimiento. Nacido a principios de los ochenta en Tolosa, el jugador de la barba roja creció en una familia de futbolistas. Despierto, estudioso y con gancho para las féminas, jugaba en La Real Sociedad cuando Nagore se cruzó en su camino. La historia de amor se fraguó en Guipúzcoa sin adivinar que el futuro le depararía convertirse en una estrella del balón. La siempre discreta Aramburu le siguió los pasos hacia Liverpool, hasta que en 2009 aterrizaban juntos en Madrid con un jugoso contrato bajo el brazo. El centrocampista y su mujer se instalaron en La Finca, búnker famosil por antonomasia, alternaron con el resto del equipo y sus consortes, y ficharon por distintas marcas comerciales para prestar su imagen. Poco después aparcarían la burbuja, los escoltas y los artificios para mudarse al meollo capitalino y mezclarse en las reuniones de vecinos, en los cines de Fuencarral o en el Museo del Prado. Apasionados de la cultura y poco amigos de correrías nocturnas en Moma o Pachá, Xabi y Nagore saborean su mejor momento profesional y personal. Con más de uno ochenta de estatura y elegido en una ocasión ´Hombre del año´, el vasco ejerce de guapo de catálogo para la firma Emidio Tucci. Varonil, masculino y apodado entre compañeros como ´el pacificador del vestuario´, espera con ilusión la inminente llegada de su tercer hijo. Nagore luce tripita sobre unos tacones de vértigo y continúa en nómina de varias marcas como Links of London o Serum Boots. Una faceta ocasional que compagina con su propia tienda de moda infantil, abierta en San Sebastián tiempo atrás en su afán de ser independiente y tras realizar labores como becaria en Inditex. Xabi y Nagore asumen su fama con naturalidad, declaran detestar a “Los que dan la nota” y permanecen unidos sin anhelar ser el perejil de todas las salsas. Apunte para algunas WAGs: ocupar listas de estilo y encabezar el mapa social del Bernabéu no está reñido con romper la hoja de ruta y desmarcarse de la manada. Próspero ascenso al firmamento, bellos.