Sábado.
“Necesito airearme un
poco. Este finde me planto ahí”. Dicho y hecho. C. y su macuto entraron por la puerta como un elefante en una
cacharrería y con la ilusión de una novata. Al observarla detenidamente,
entendí que lo de airearse era una necesidad de primer orden en este momento en
el que se mueve entre libros y cortejos de biblioteca. Le hice los honores e
improvisé una burger party a lo
Alaska y Mario, pero con menos rosa y sin cámaras de televisión en el cogote. K. y A.
se unieron a la causa y le hicieron un traje importante al sector masculino de
la población. En mi propia cocina presencié la conversación de tres mujeres con
poco en común a priori, y con historias sentimentales muy paralelas. Apuré los
postres y di paso al primer gintonic
de la noche. Las lenguas se soltaron y la barra libre derivó en confidencias,
carcajadas y pocas conclusiones excepto lo jodido
(con perdón) que está el mercado. Con la pestaña en su sitio, tiramos millas
hacia el primer garito y bajamos los hidratos a ritmo de Ricky Martin.
Domingo.
Cae en mis manos
un artículo titulado “Cómo Tinder acabó
con el amor” y recuerdo alguna frase suelta de la noche anterior. Recoge el
texto varios testimonios de sociólogos, expertos en la materia y jóvenes que
han tenido citas con desconocidos a través de una app. Las opiniones están divididas. Mientras unos apuntan que estas
aplicaciones forman parte de una nueva manera de entablar relaciones personales
en estos tiempos, hay quien está seguro de que no hace más que complicar la
historia. “Nunca fue tan fácil ligar y nunca más difícil encontrar el amor
verdadero. El exceso de oferta engancha a muchos en un bucle de ligoteo a la
caza de la pareja ideal… que jamás llega”, concluye el artículo. Al final va a
ser verdad que la tecnología se lo ha cargado todo. Siempre nos quedarán las
letras de Alborán o los aparatos a pilas.
Lunes.
Centrándome en
relaciones al uso, leo por encima la ruptura/reconciliación/desmentido que
corre esta semana por las televisiones. Hablo de Malú y Gonzalito Miró. Y ahora
diréis, ¿y a quién le importa? Vale, pues es verdad, posiblemente a nadie, pero
es lo que hay. El caso es que estos dos juegan al despiste desde el principio y
eso da un poco de miga a algo que, en mi opinión, tiene menos futuro que las
extensiones de Belén Esteban. La cantante y el eterno galán protagonizan una
historia de amor sospechosa, rara y aburrida. Quizá porque ambos reúnen estas características,
y ahí resida el secreto del flechazo. Con lo bien que estabas en palacio,
Gonzalito de mi alma, haciendo las delicias de la duquesita. Snif, snif.
Martes.
Después de darle
muchas vueltas, ha llegado el momento: estreno compañera de piso. He movido
Roma con Santiago, pero estoy satisfecho con la elección. Es cincuentona pero
conserva la talla de antaño, su divorcio ha ocupado titulares en todo el mundo,
es una amante de la moda y en otra vida ya nos hemos topado. El reencuentro ha
resultado maravilloso y la convivencia va como la seda. Come poco, es limpita y
a veces me quedo en trance al contemplar sus perfectos rasgos de transexual
latina. Es Barbie y dormirá sobre mis libros de cabecera de hoy en adelante.
Miércoles.
Los viernes Deluxe están en la cuerda floja y los
responsables del entramado Sálvame echan los restos para sacar a flote el
programa que lideró hasta hace bien poco. Podrían tirar de una Bordiú que
cotiza a la baja y siempre adorna, o de una gran estrella que repase sus
vivencias y ponga contra las cuerdas a alguna antigua compañera de profesión,
pero no. Los telecinqueros tienen
claro lo que vende, y se han puesto manos a la obra. De los creadores del
supuesto cubanito con el que desfogó Lydia Lozano en un baño de La Habana,
llega el primer novio de la Esteban, un tal Juan Carlos que estaba tranquilito
en San Blas, y que los propios jefes de la rubia sacarán del barrio para
sentarlo en el sillón de los horrores a cambio de parné, asegurándose así el belenazo y la resaca del lío de marras,
máquina de la verdad incluida. En tiempos de guerra, cualquier trinchera es
buena. Pues eso.
Lo que esta claro que no es aburrida es tu vida, jajjaja como te lo pasas!!! Pues tienes toda la razón con esos dos, aburridos es poco y aunque jueguen al despiste no le importa mucho al mundo, un bsazo y feliz finde
ResponderEliminarBajoelsombrerodesusan
Lo aburrido no lo cuento, ya sabes. Besitos, Susan.
EliminarLos dos primeros puntos no se a que te refieres!!!! ja ja ja, Gonzalo-Malu la verdad es que no los sigo, el me resulta soso y ella pues a pesar de que tiene buena voz pero no me gusta, así que me resultan indiferentes, y el Deluxe lo veo poco, pero lo cierto es que cada vez resulte menos interesante que el protagonista de la noche sea alguno de los que se supone que trabajan allí!!!, me importa muy poco la vida de Lydia Lozano y de ninguno de los colaboradores!!!! ¿no tienen dinero para llevar a alguien interesante???
ResponderEliminarBesos
Qué dudas tienes sobre los dos primeros puntos, Ginger? Cuéntame!
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