Martes.
Una semana
después de campar a nuestras anchas en un cine de algún lugar indeterminado, C. y servidor tiramos de videoclub y de
sofá para una sesión intensiva de cine. Como de dramón andamos sobrados, nos
decantamos por Sexo en Nueva York versión película; la uno, la dos, y porque la
tres aún no se ha parido, que si no también. Lo que esperábamos que fuese un
paseíllo por las nubes encima de unos buenos Manolos, termina siendo una
tragicomedia en la que, por aperecer, apareció hasta el espíritu de Penélope
(el cuerpo también), en forma de cameo. Papeles de relleno aparte, la historia
de las cuatro neoyorkinas llevada a la gran pantalla demuestra que más allá del
lujo elevado a la máxima potencia, de la frivolidad con la que operan y de su
particular visión del amor, el sexo y el éxito, todos y cada uno de los
mensajes que lanzan, arañan el corazón y alertan al sistema. No se me ha ido la
cabeza, vaya por delante, pero creo firmemente (que diría Susanna Griso) que
cualquier ser humano con una experiencia vital entre mediocre y estándar, ha
sufrido en sus carnes las inquietudes, los miedos y las decepciones que,
envueltas en Vuittones maravillosos,
padecen Carrie y sus amigas.
Miércoles.
De un pelín menos
de glamour se cubrió la Gran Vía madrileña anoche. Podría tratarse de un
cumpleaños más de María Zurita, la única española que celebra los cuarenta
varias veces al año, pero nada más lejos de la realidad. La protagonista de la
noche no es otra que Mila Ximénez, esa señora que un día se hizo llamar de
Santana y que, por obra y gracia de la crisis, nos regala cada tarde la mejor
versión de sí misma. Mila tiene una verborrea que engancha, conecta con el
espectador a golpe de escupir sin piedad al primero que pasa, y ha nacido con
el don de darle la vuelta a la tortilla en beneficio propio cuando se le
antoja. La sevillana puede pasar de llamarte cariño y ponerte ojitos, a
declararte la guerra en cuestión de minutos y tacharte de perra judía porque le
sale del mismísimo. Volviendo a la convocatoria, la Ximénez ejercía esta vez de
imagen de una línea de cosméticos. Sí, sí, como os lo cuento. Como una Preysler
más de la vida, Mila abrió y cerró el Museo Chicote para marcarse un
flamenquito con su séquito de amigos, compis de plató y enemigos de ocasión.
Por allí se dejaron ver Terelu y su caftán, Raquel Bollo (empresaria de moda),
el Padre Ángel (una fiesta no es lo mismo sin él), y la mismísima Rociíto,
Rocío Carrasco de un tiempo a esta parte. La hija de la más Grande se dio una
ducha, y con lo puesto, se presentó en el photocall
y estrujó a la gurú de la crema emocional (sic.). Envuelta en polémicas
familiares, planeando una boda a la que no parece que asista ni el tato de su
sangre, y devuelta al desempleo sin prestación como tantos, Rociíto se entregó
a la juerga y dejó de lado el currículum televisivo de su nueva mejor amiga. La
misma que ha protagonizado a media tarde recreaciones tan célebres como los gallos
de Chayo, las bajas pasiones de Amador o la forma en que su hermano Josefer
hacía de vientre sobre los visones de la Jurado. Ahora, que alguien me lo
explique.
Jueves.
No corre mejor
suerte con los volantes la Pantoja, esa tonadillera que ya sólo canta en el
patio de prisión y a la que se le presenta un horizonte más negro fuera que
dentro de chirona. Coincidiendo con su tercer permiso penitenciario y cerca de
obtener el tercer grado, Isabel prepara el pollo a la Pantoja con un percal
familiar sin visos de mejora. Mientras su hijo dj. agoniza mediáticamente por los platós cubriéndose de gloria y
con su última churri encinta, la pequeña Chabelita monta un circo y le crecen
los enanos. Y no hablo de Sema, que terminará siendo el menos tóxico del clan
pantojil, sino de la arequipeña que entra en escena en calidad de supuesta
madre biológica de Andrea Celeste, María Isabel cuando pasó a manos de Pantoja.
El tsunami peruano se ha convertido en un conflicto internacional y amenaza con
arrasar Cantora dejando varios cadáveres por el camino. Lo de Falcon Crest era
cosa de niños, creedme.
Madre mía !!! Tremendo panorama el de esta semana, eso si perfectamente resumido y con ese toque de humor que te caracteriza, jajjajja me encanta
ResponderEliminarPido un especial de gran Hermano que de verdad es tiene para varios artículos jejjejee la gente esta fatal!!!un bsazo
Tomo nota de lo de GH, hay mucha tela que cortar! Un beso y gracias, Susan!
EliminarSexo en la ciudad version película fue una gran decepción para todos aquellos que vimos la serie de TV :(
ResponderEliminarLa serie es insuperable, Izael. Cierto.
EliminarLa verdad es que las pelis de Sexo en Nueva york me defraudaron un poco.. Prefiero 50000 veces la serie.
ResponderEliminarBuen resumen de la semana.. Veremos como queda el culebron pantojil y respecto a Mila, me impacto que no fuera Matamoros.. De amigos a enemigos intimos en un plis, jaja.
Un saludo!,
Cuando las audiencias aprietan, un enfrentamiento entre compis es muy socorrido. Besitos, María!
EliminarYo la serie de sexo en NY no la he visto, solo una de pelis y como no puedo comparar!!!! pues me reí!!! por lo demás estupendo repaso al cuore!!!
ResponderEliminarBesos
Si has visto la uno, te recomiendo la dos, Ginger! Besazo!
EliminarThanks!!
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