LA PUESTA DE LARGO DE GLORIA CAMILA

La nueva hornada de famosas suma una más a sus filas. Si hace unos meses era Chabelita Pantoja la que daba el pelotazo estrenándose en la mayoría de edad con churumbel en camino y un jaleo familiar sin precedentes, ahora es el momento de Gloria Camila Ortega Mohedano. La hija mediana del torero cumplía los dieciocho sobre las pasarelas vestida de gitana y con floripondio en lo alto. La joven desfilaba por sexto año consecutivo en una gala benéfica celebrada en Sevilla y luciendo batas de cola firmadas por Rocío Trastallino, diseñadora flamenca y su suegra hasta la fecha. La niña de Ortega Cano pisaba con fuerza las tablas y comparecía posteriormente en un photocall donde medio centenar de alcachofas se amontonaban para captar las primeras declaraciones a cara descubierta de la pequeña. De la noche a la mañana, Gloria abandonaba el pixelado y debutaba en los medios con soltura y un millón de euros en su cuenta corriente. Un regalo de cumpleaños (herencia de su madre) incapaz de reparar las ausencias y polémicas que han marcado los últimos días de su adolescencia. Era a finales de los noventa cuando Gloria y su hermano José Fernando dejaban Colombia para iniciar una nueva vida en Madrid bajo el manto de Rocío Jurado y José Ortega Cano. “Queremos que crezcan apartados de este jaleo” declaraba la chipionera por aquel entonces. Una premisa bastante alejada de la realidad que les tocó vivir a raíz de su desaparición pocos años después. La vida del clan daba un giro de ciento ochenta grados y el matador ejercería de padre y madre con la ayuda de parte de la familia Ortega. Los desencuentros entre padre e hijo y la escasa relación de Rocío Carrasco con sus hermanos pequeños ocuparon horas de televisión a lo largo de los años, pero fue en los últimos tiempos cuando el núcleo familiar se resquebrajó de una forma brutal. Ortega rehacía su vida y se convertía en padre de su primer hijo biológico (José María) a la vez que atravesaba su momento más delicado debatiéndose entre la libertad y la prisión. Prisión que se hacía efectiva en el caso de Josefer y que dejaba a Gloria Camila en una situación crítica y difícil de gestionar a su edad. Con Ortega y Ana María Aldón en su nuevo ático de la capital hispalense, la joven continuaba sus estudios de bachillerato en Madrid y vivía una relación de ida y vuelta con Fran, unos años mayor que ella y experto en marketing en la delegación de la Agencia EFE en Panamá, pero con el sueño de debutar en las plazas de toros en un futuro cercano. El pasado viernes, Gloria Camila soplaba las dieciocho velas entre volantes y jaleada por la multitud, pero lejos de su familia directa. Ni su padre, ni su hermano, ni Rociíto en calidad de hermana mayor estaban cerca para abrazar a la niña de la más grande en un día tan especial, el de su puesta de largo. Ella tragaba saliva y tenía un recuerdo para todos ellos, en especial para su madre, la que luchó hasta el final porque los suyos fuesen una piña. Parece que Gloria Camila recoge ahora el testigo y ejerce de conciliadora entre unos y otros, aunque en el horizonte se le avecinen nubarrones. Habemus nuevo nombre propio en el colorín. Felicidades.